lunes, 29 de junio de 2015

Ciencia, sociedad y responsabilidad

El avance, el progreso que hace tiempo postulaban, preveían, vaticinaban, soñaban nuestros ancestros, vivos y muertos ha llegado, sigue llegando cada muy poco tiempo, antes incluso de poder soñarlo. Es muy fácil advertir en los últimos años, en lo que se viene llamando la Edad Contemporánea, ciertos hechos que sirven como hitos históricos, buenos y malos, como la conquista del espacio exterior, la bomba atómica, internet. Son hechos que sin duda marcan un avance, un progreso. Pero este progreso es sólo tecnológico, científico.

Siendo así no es de extrañar que hay tal descompensación entre este progreso y el progreso social, social por llamarlo de alguna manera. Está claro que la batalla, o la carrera, la ha ganado la ciencia y la ha perdido la sociedad, creando monstruos como uno de los hitos mencionados antes, la bomba atómica.

Tenemos una tecnología para la que, como sociedad, no estamos preparados aún, para la que la humanidad no está lista. Nuestra especie no ha desarrollado tanto la moral, la autocomprensión, la vida social y política, una cultura a la altura de la tecnología.

Este desequilibrio produce efectos como la desinformación a pesar de tener abrumadoras cantidades de información a nuestro alcance, no estamos preparados para asimilar la tecnología tan rápido como surge. Por ejemplo, buscamos una respuesta en internet, entre una cantidad enorme de información, y apenas seleccionamos, no nos paramos a pensar sobre la validez, la calidad de la información. Aún seguimos anclados en el "toda opinión es válida y correcta".

Nuestro desarrollo está basado sólo en nuestra ciencia, dejando de lado todo lo demás, dejando de lado aptitudes y actitudes que necesitamos para compaginar correctamente el avance científico con nuestra cultura.

No estamos preparados para compaginar tecnología de hace años con nuestra sociedad, y antes de que nos demos cuenta ya hay nueva tecnología. Todo esto da lugar a fenómenos tales como la tecnofobia, pero también a otros como la tecnodependencia. Da lugar al planteamiento de dilemas y problemas éticos y políticos que no da tiempo a tratar adecuadamente antes de que otros surjan gracias a una tecnología que emerge más rápido que la cultura necesaria para implantarla adecuadamente en la sociedad.

Ahí está la cuestión, el problema, arrojar a nuestro mundo el artefacto sin pararnos a pensar sobre las consecuencias de ello. La ciencia sólo por la ciencia y sin el ser humano. ¿Qué hacer? Construir una ciencia responsable, una ciencia que investigue aquello para lo que estamos preparados y espere al debate sobre los usos de una tecnología antes de usarla. Una ciencia que deje de ser altanera para volver a tener un lado humano, una filosofía que la respalde.

lunes, 15 de junio de 2015

Sin república no hay democracia

Pensemos en la democracia, la democracia tal y como se aplica en España, una democracia simplemente en la que "el pueblo ha decidido X" signifique "una parte del pueblo ha decidido, pasando por encima del resto, X". Sólo así, sin ir más allá, sin percatarnos del valor del voto de cada persona, sin percatarnos de la partitocracia que gobierna oligárquicamente. Usemos sólo el sistema de mayoría para la toma de decisiones, entendamos así, para lo que sigue, la democracia.

Bien, una vez tomado ese concepto de democracia, ese concepto que casi hacer vomitar, indaguemos un poco en busca de una respuesta. Una respuesta sobre lo democráticas que pueden ser la república y la monarquía.

La república se adecúa perfectamente a la democracia, es fácil verlo. Se proponen presidentes de la República y se elige uno cada cierto tiempo, exactamente igual que se elige al presidende del Gobierno. Pero no es así con la monarquía, la monarquía llega al puesto por herencia, nadie elige ni puede elegir al rey. No se puede quitar o poner a quien se quiera como rey, es totalmente antidemocrático entonces, es un sistema que exige la no-elección.

Llegados a este punto ya podemos ver claramente que no puede haber democracia sin una república, pues sin república no hay elección. Bien, pero si hay que elegir también habrá que elegir si se quiere la república o se quiere la monarquía ¿no?

Imaginemos que se diera a elegir, y se eligiera, como probablemente pasaría en España, la monarquía. Habría entonces que volver a celebrar estas elecciones cada poco tiempo, pues lo que el pueblo quiere en un momento puede no quererlo en otro, no sólo por cambio de mentalidad o cualquiera que sea su razón para elegir la monarquía, sino porque el pueblo mismo ya no sería el mismo, habría, sin duda, nuevos ciudadanos con derecho a participar en esta democracia.

Está claro que si no vuelves a dar a elegir estás acabando con la democracia. Así que realmente dar a elegir entre monarquía y república cada cierto tiempo sería como dar a elegir entre un candidato que tiene el título de rey y otros muchos entre los que quizás también se puedan encontrar títulos, inclusive el mismo de rey, pues nada impediría a un rey presentarse como candidato a Presidente de la República.

Pero hay otro problema, pues mientras está proclamada la monarquia y no llega el momento de permitir a los ciudadanos elegir de nuevo entre monarquía y república, el rey podría ceder su puesto como jefe de estado, como rey, a su sucesor. Nada se lo podría impedir, pues en la monarquía los ciudadanos no tienen derecho a decidir, así que tendríamos como rey a alguien por el que no escogimos la monarquía. Tal vez se podría establecer que en un momento así se tendrían que celebrar unas elecciones para ver si el pueblo quiere seguir con la monarquía o pasarse a la república.

Todo esto no sólo es ridículo y posiblemente un problema económico, de confusión en las relaciones externas y puede que incluso para instituciones internas, sino que además no tiene sentido para llamarse democracia.

Elegir una monarquía es elegir la medida antidemocrática, no vale hacerla democrática, pues en cuanto se pueda elegir al jefe de Estado estás en un sistema democrático, en una república. Lo mismo sería dar a elegir entre poder votar y no poder votar, aunque pretendamos al cabo de un tiempo volver a dar la opción de votar para decidir si queremos poder votar o no poderlo hacer, no tiene sentido.

El rey puede tener tanto como quiera su título de rey, simbólico o con privilegios, eso lo elegiría el pueblo, pero de ninguna manera puede haber una monarquía. El jefe de Estado tiene que ser elegido para que hablemos de democracia. No se puede dar la opción de que el jefe de Estado sea elegido por nacimiento, eso no es democrático.

Entonces, la república es una condición indispensable de la democracia, una condición sin la que no puede darse de ninguna manera una democracia. Ni una democracia, tal y como la hemos definido ni una verdadera democracia.


¡Viva la República!

martes, 2 de junio de 2015

La mili

La mili, el servicio militar obligatorio, que en España fué retirado hace sólo unos catorce años. La mili, que puebla y forma parte de muchas historietas y batallitas de muchos hombres españoles. Algunos la recuerdan como algo terrible, otros la recuerdan como algo fantástico, otros la recuerdan como algo sin importancia en su vida, otros no la recuerdan. Pero quiero centrarme en aquellos que, recuerden lo que recuerden, creen que la mili es necesaria.

Hay muchos hombres que piensan que la mili es necesaria en la formación de "un verdadero hombre" y achacan el aumento, desde aquellos días, de "debiluchos", de "gamberros", de "sinvergüenzas" y un montón de "problemas" más a que no han pasado la mili.

No es raro encontrarse en cualquier bar, o en cualquier lugar donde se pueda escuchar las conversaciones ajenas, a personas defendiendo totalmente convencidas la mili. No comprendo si lo hacen porque "los viejos tiempos siempre fueron mejores", porque "los hombres deben ser fuertes y bestiales", porque "el ejército es una gran cosa" o por alguna otra tontería. El caso es que hay quien la defiende pese a que sus excusas para defenderla tiemblan tanto que ellas mismas caen al suelo.

Hay mucho de la mili que no me gusta. Lo primero es la obligatoriedad, la autoridad con la que el poder decide sobre tu voluntad (claro que si eras de clase social alta te podías librar, si alguien muere que sean los pobres, siempre son los pobres quienes salen perdiendo). Tomando los tiempos de quienes hablan actualmente de ella, de la dictadura de Franco claro que no se dice nada, al fin y al cabo era una dictadura, podían hacer contigo lo que quisieran. Pero tras el fin de la dictadura aún hubo muchos años de mili... Ese poder para obligar a hacer algo es escalofriante, algo barbárico a mi entender para nuestros tiempos.

Lo segundo, y último para esta pequeña entrada, es el concepto de militarización que implica. El ejército es algo absurdo y un gasto impresionante de dinero. Peor aún, un malgasto impresionante de dinero. Mantener a toda una generación de jóvenes para formarlos militarmente es algo muy caro, más caro incluso que estúpido.

En España ya no hay mili, pero aún hoy, en el año 2015, hay muchos lugares donde la mili sigue en funcionamiento y a mí me parece muy mal, me parece fuera de lugar en nuestro tiempo, más aún de lo que ya fué en otros tiempos. Claro, que la mayoría de los países donde aún sigue vigente el servicio militar obligatorio, y son ya muy pocos, también me parecen un "aparte" en nuestro tiempo.
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