Igualdad entre todos ¿Por qué? No
todos nacemos iguales, ni somos iguales. No hay ningún precepto que,
por naturaleza, se tenga que respetar en ningún ser humano. La
igualdad es sólo una exigencia más que hacemos en base a nuestros
principios éticos, es sólo una decisión moral. Una decisión de cobardes, de débiles.
No somos iguales y espero que nunca lo
seamos, pero es por la desigualdad que algunos son capaces de ver
desde arriba al resto, quienes enfadados por no ser ellos quienes
estén ahí deciden que lo más correcto es la igualdad. Tienen miedo
de no sólo no estar por encima de los demás si no de estar por
debajo, por eso desean la igualdad, no por estar convencidos, por
debilidad.
Lo que desata toda esta farsa creada
por los débiles es la libertad. Cuando la espada de la libertad
pende sobre nosotros, o más bien cuando conseguimos darnos cuenta de
ello, pues siempre ha estado ahí, es que surge ese miedo a estar por
debajo de los demás, es entonces cuando todos los débiles que
perecerían a merced de la afilada espada se unen para luchar contra
ella.
Con mucho esfuerzo crean un gran escudo
llamado represión y a su sombra bailan contentos mientras cantan que
es así como el animal se hace humano, destruyendo la espada con su
escudo. Pobres, no saben que la espada tenía nombre antes aún que
su escudo, es un nombre que retumba en sus corazones y que les hace
temblar de miedo, es la afilada espada de la libertad, es Humanidad.
También ocurre otra cosa, y es que, a
la sombra del catastrófico escudo, alimentandose de escoria, crece
en esa falsa humanidad un rastro de la verdadera y todos y cada uno
de los débiles miembros del rebaño empiezan a desear empuñar
aquella magnífica espada a la que tanto temen. Nadie desea que esa
espada esté afilada para que no puedan hacerles daño, excepto si
consiguen empuñarla. Sólo quieren esgrimir su libertad contra los
demás y ser aceptados como soberanos.
Y esto es lo que pasa con la
democracia, que todos son débiles y por eso deciden por mayoría.
Así es como se hacen más débiles y terminan por no decidir nada.
Porque tienen miedo de la mayoría, como dijo Maquiavelo "Todos
ven lo que pareces pero pocos sienten lo que eres y esos pocos no se
atreven a oponerse a la opinión de la mayoría". Nadie irá
solo por el camino correcto, todos preferírán ir por el camino malo
para ir acompañados, aunque lo sepan.
Obviamente no somos iguales, y esa
farsa de igualdad que ostentamos sólo sirve para hacernos daño. La
democracia es sólo una capa de grosor más a ese escudo que acaba
aplastando a quien se refugia en él. No todos somos iguales, no
todos valemos lo mismo.
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