jueves, 25 de diciembre de 2014

Reflejo en las aguas del pozo de Demócrito

Digo pretender la reflexión, digo estar reflexionando, pero siempre estoy preguntando. Digo pretender hacer filosofía, digo ser un filósofo, pero siempre estoy preguntando. ¿Por qué la reflexión? ¿Por qué la filosofía? ¿Por qué la pregunta?

El hombre quiere conocer. El hombre es consciente de sí, el hombre es consciente de lo demás.
El hombre quiere conocerse, el hombre quiere conocer lo demás. Todos hemos pensado alguna vez que estaríamos mejor sin conocer algunas cosas, pero aún así, queremos conocerlas. Es irremediable, siempre tendemos a volcarnos en algo. En nosotros o en lo demás, siempre estamos tras una respuesta. Quizás a la pregunta más sencilla de responder, quizás a la que no se puede responder.

Perseguimos algo que quizás no exista, algo que quizás ni trata de moverse. Pero aún así lo perseguimos, y no tenemos otro medio de alcanzarlo que mediante la pregunta. A veces nos empeñamos en buscar su rastro como huellas impresas sobre la realidad inmediata, pero aunque las veamos, o creamos verlas, nos es del todo imposible encontrar siquiera el rastro, no ya la presa, sin buscar primero dentro de nosotros.

Sin un Yo no hay un Otro, necesitamos conocernos para poder saber cómo interiorizamos lo Otro. Necesitamos la reflexión para responder la pregunta, nos identificamos con la respuesta y desde ella nos re-creamos, desde nuestro interior.

La verdad, si existe, está en el fondo de un pozo sin fondo. Ahí la puso Demócrito, y con razón, pues si hubiese una verdad absoluta nos sería imposible alcanzarla. Nos asomamos y asomamos al pozo, algunos caen y mueren, otros hacen de la oscuridad su ansiada verdad y algunos simplemente se limitan a observar el diametro del pozo. Nosotros nos quedaremos con nuestra verdad hecha a medida, con el agua que podamos sacar en el cubo y que al beberla haremos parte de nosotros. Nosotros tenemos nuestra alétheia y nos saciamos gota a gota.

Es nuestra reflexión la que nos permite conocernos, es nuestra reflexión la que nos va a permitir conocer el mundo. El filósofo no nace, se hace al tomar la decisión de renunciar al mundo, preguntarse y buscar por siempre. Ahí está el filósofo, preguntando siempre aunque nadie escuche jamás, pues siempre estará él y su respuesta será eco de su existencia.

jueves, 11 de diciembre de 2014

El problema del mal: Epicuro vs Dios

En esta entrada vamos a tratar el llamado "Problema del mal", que es el de intentar hacer posible la existencia del mal a la vez que la de lo que llamaré, por comodidad, "Dios". Es decir, la coexistencia del mal y un ser omnipotente, omnisciente, omnipresente y omnibenevolente.

Para acercarnos al problema y la paradoja que supone, iremos a Epicuro de Samos, quien decía aproximadamente algo parecido a:

"¿Dios está dispuesto a prevenir la maldad pero no puede? Entonces no es omnipotente. ¿No está dispuesto a prevenir la maldad aunque podría hacerlo? Entonces es perverso. ¿Está dispuesto a prevenirla y además puede hacerlo? Si es así ¿por qué hay maldad en el mundo? ¿No será que no está dispuesto a prevenirla ni tampoco puede hacerlo?"

Lo que dice es que si Dios quiere prevenir la maldad y no puede, no es omnipotente. Porque si hay algo que no pueda, ha perdido su omnipotencia. Si por el contrario, si puede hacerlo pero no quiere, es porque Dios es perverso. Si pudiendo eliminar el mal permite que exista y cause desgracias y sufrimientos es porque no quiere eliminar el mal y sí que haya sufrimiento y desgracias. Y si no quisiera que exista el mal y además tiene la capacidad de hacerlo, no existiría. Pero hay mal, hay desgracia, hay sufrimiento.

Muchos religiosos acuden a que Dios necesita el mal para hacer el bien, que el mal será eliminado cuando corresponda, que el mal no es obra de Dios, etc. Sea la excusa que sea para explicar la existencia del mal, es incapaz de explicar la coexistencia de Dios y el mal. Pues si Dios quisiera y pudiera, y quiere y puede, pues es omnipotente y omnibenevolente, haría un mundo donde el mal no surgiría, sin tener que aludir a juicios o remedios posteriores, pues es omnipresente, o tener que discernir la buena voluntad del individuo en su libre albedrío, pues Dios es omnisciente.

De ninguna manera cuadra el que Dios pudiera aceptar el mal o que no pudiera exterminarlo o que tenga que dejarlo para juzgar otra cosa o que lo exterminará llegado un momento. Aún cuando usas la excusa de que tras un pequeño sufrimiento en la vida terrena tendrás una eternidad de bienestar en la vida celestial, la omnibenevolencia se ve afectada porque no permitiría ni un ápice de maldad aunque comportara una eternidad de bondad reparadora. Es del todo incompatible la existencia de mal con la de Dios. Sólo sería concebible un Dios que o bien disfrutara en la maldad o que no se preocupara de ninguna manera por el mal ni por nada que se pudiera ver afectado por su existencia.

Así, siguiendo este argumento, llegamos a otra famosa reflexión de Epicuro, que dice así:

"¿Dioses? Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo niego, porque no lo sé ni tengo medios para saberlo. Pero sé, porque esto me lo enseña diariamente la vida, que si existen ni se ocupan ni se preocupan de nosotros."

La línea del razonamiento, por si no ha quedado suficientemente claro es:
1.-Si Dios es omnibenevolente quiere evitar todo mal.
2.-Si Dios es omnisciente conoce toda forma de evitar que surja el mal.
3.-Si Dios es omnipresente y omnipotente puede evitarlo.
4.-El mal existe, así que Dios no tiene todas estas características.


Yo desde luego no pienso que a Dios le falten alguna o todas las características, ni que tenga algo que ver con el mal. Para mi todo este problema está vacío, pues falla en su propio planteamiento, en el que necesitas admitir que existe Dios. Dios no existe, así que no hay que preocuparse por la incoherencia de sus atributos divinos y su coexistencia con el mal.

martes, 2 de diciembre de 2014

La música del independentismo

¿Por qué hay tanta rivalidad entre los seguidores de una u otra corriente musical? Tomemos como ejemplo el rock y el rap, dos de las más grandes (si no las más grandes) de todas estas corrientes si obviamos al pop. Ambos están fuertemente influenciados en su origen por el blues, surgen en EEUU con una década de diferencia (el rock sobre los 50 y el rap sobre los 60) y son estilos musicales marginales en cuanto a que no son la norma musical como lo es el pop. No habría ninguna razón para disputas entre estilos musicales, pero la hay. ¿Por qué?

La razón que, a mi juicio, se esconde tras la rivalidad entre estilos es la cultura. La música no se escucha sólo, se presta atención a sus letras, se crean modas a la hora de vestir, comportamientos, posiciones respecto a muchísimas situaciones y problemas. Se acaba convirtiendo en un estilo de vida que influye en ella tanto como una religión, una educación, unas condiciones sociales...

Quizás, aún teniendo el rock muchísimo más peso musical, es el rap quien se hace con el puesto de mayor exponente de una cultura, por encima del pop incluso. Es conocida por todos la existencia de la cultura hip-hop y su fuerte impacto a nivel global en el que se puede encontrar como elemento clave, pero no único, el rap como elemento musical y gran pilar de esta cultura.

La sociedad crea una cultura, o quizás la sociedad se crea por el elemento común de esa cultura. Como sea, no importa ahora. El caso es que hay una cultura, pero no comprende a todos los individuos. ¿Qué pasa con ellos? Pues que una vez van encontrando un punto en común que los defina, al menos parcialmente, se van uniendo en esta nueva subcultura. Al final surgen en cada cultura varias agrupaciones más pequeñas que la sociedad y se forman las subculturas, que no necesariamente tienen que ser contraculturas.

En estas subculturas que se crean se encuadran nuestros ejemplos, el rap con su hip hop y el rock con su propia subcultura mucho menos variada a mi entender que el hip hop. Ambas subculturas se diferencian de la cultura general y de la subcultura predominante, y suelen ser tomadas, mucho más antes que ahora, excepto en sus épocas de máximo esplendor, como marginales por su amplia diferencia y oposición en grandes temas a la cultura y subcultura principal.

Al final, la cultura se acaba componiendo de todas las subculturas, pero cambia y se transforma por el peso de sus máximos exponentes. Es por eso que todas las subculturas, ya que creen que su forma de vida es mejor para todos, se oponen a las demás y se empeñan en predominar.

El rock y el hip hop se parecen mucho en su carácter mucho más contracultural que el resto de tribus urbanas, como se les suele denominar, tanto por el general de su subcultura como por su estilo musical representativo, que suele tener letras inconformistas e incluso de gran crítica al sistema. ¿Por qué son entonces dos de las tribus que más se atacan entre ellas?

En primer lugar por la fuerza de la cultura dominante, que los impele a rechazarles aún cuando ellos mismos entran en la categoría de quienes deben ser rechazados (y lo son). En segundo lugar, por la misma razón que compiten todas las agrupaciones y fuerzas culturales de la cultura en cuestión: por el poder. Todo es un juego de poder, ya sea a nivel directo o no, a nivel legal o no, a nivel reconocible o no.

Todos quieren, y nuestros ejemplos de subcultura también, imponer sus creencias, sus normas, sus gustos, etc. Todos quieren ser ciudadanos de un Estado común, de modo que cuando las diferencias culturales se dan a tan gran escala, son tan marcadas y el problema se alimenta durante suficiente tiempo, surgen intentos de independentismo total de la que fuera su cultura. Es porque, por mucho en común que haya, hay tanto diferente y es tan grande la voluntad de autocontrol y la identidad entre el grupo que se acaba desligando bien por medios pacíficos o bien por la fuerza o la violencia.

Toda cultura está destinada a tener que adaptarse o desaparecer. Siempre hay regeneración y cambio en una cultura porque ésta la componen personas, seres individuales a quienes les es imposible ser idénticos a sus compañeros de cultura y quienes desean el poder de una u otra forma porque todo individuo desea hacer su voluntad.

El juego del poder, deseo de todos, es lo que finalmente hay tras cualquier elemento de nuestra cultura. He hablado de música y puesto como ejemplo rock y rap, pero podeis reflexionar sobre el tema y encontrar razones parecidas tras cualquier elemento de una subcultura y también sobre movimientos de muchísimo más alcance en un Estado como, por ejemplo, en España la situación de Cataluña que no es otra cosa sino la lucha por el poder basado en la identidad de un grupo. Y se puede tratar de seguir este razonamiento hasta descubrir que abarca rasgos como la edad, raza, sexo e incluso género. Es siempre una lucha entre las voluntades de lo Mismo y lo Otro.
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