Pensemos en la democracia, la
democracia tal y como se aplica en España, una democracia
simplemente en la que "el pueblo ha decidido X" signifique
"una parte del pueblo ha decidido, pasando por encima del resto,
X". Sólo así, sin ir más allá, sin percatarnos del valor del
voto de cada persona, sin percatarnos de la partitocracia que
gobierna oligárquicamente. Usemos sólo el sistema de mayoría para
la toma de decisiones, entendamos así, para lo que sigue, la
democracia.
Bien, una vez tomado ese concepto de
democracia, ese concepto que casi hacer vomitar, indaguemos un poco
en busca de una respuesta. Una respuesta sobre lo democráticas que
pueden ser la república y la monarquía.
La república se adecúa perfectamente
a la democracia, es fácil verlo. Se proponen presidentes de la
República y se elige uno cada cierto tiempo, exactamente igual que
se elige al presidende del Gobierno. Pero no es así con la
monarquía, la monarquía llega al puesto por herencia, nadie elige
ni puede elegir al rey. No se puede quitar o poner a quien se quiera
como rey, es totalmente antidemocrático entonces, es un sistema que
exige la no-elección.
Llegados a este punto ya podemos ver
claramente que no puede haber democracia sin una república, pues sin
república no hay elección. Bien, pero si hay que elegir también
habrá que elegir si se quiere la república o se quiere la monarquía
¿no?
Imaginemos que se diera a elegir, y se
eligiera, como probablemente pasaría en España, la monarquía.
Habría entonces que volver a celebrar estas elecciones cada poco
tiempo, pues lo que el pueblo quiere en un momento puede no quererlo
en otro, no sólo por cambio de mentalidad o cualquiera que sea su
razón para elegir la monarquía, sino porque el pueblo mismo ya no
sería el mismo, habría, sin duda, nuevos ciudadanos con derecho a
participar en esta democracia.
Está claro que si no vuelves a dar a
elegir estás acabando con la democracia. Así que realmente dar a
elegir entre monarquía y república cada cierto tiempo sería como
dar a elegir entre un candidato que tiene el título de rey y otros
muchos entre los que quizás también se puedan encontrar títulos,
inclusive el mismo de rey, pues nada impediría a un rey presentarse
como candidato a Presidente de la República.
Pero hay otro problema, pues mientras
está proclamada la monarquia y no llega el momento de permitir a los
ciudadanos elegir de nuevo entre monarquía y república, el rey
podría ceder su puesto como jefe de estado, como rey, a su sucesor.
Nada se lo podría impedir, pues en la monarquía los ciudadanos no
tienen derecho a decidir, así que tendríamos como rey a alguien por
el que no escogimos la monarquía. Tal vez se podría establecer que
en un momento así se tendrían que celebrar unas elecciones para ver
si el pueblo quiere seguir con la monarquía o pasarse a la
república.
Todo esto no sólo es ridículo y
posiblemente un problema económico, de confusión en las relaciones
externas y puede que incluso para instituciones internas, sino que
además no tiene sentido para llamarse democracia.
Elegir una monarquía es elegir la
medida antidemocrática, no vale hacerla democrática, pues en cuanto
se pueda elegir al jefe de Estado estás en un sistema democrático,
en una república. Lo mismo sería dar a elegir entre poder votar y no
poder votar, aunque pretendamos al cabo de un tiempo volver a dar la
opción de votar para decidir si queremos poder votar o no poderlo
hacer, no tiene sentido.
El rey puede tener tanto como quiera su
título de rey, simbólico o con privilegios, eso lo elegiría el
pueblo, pero de ninguna manera puede haber una monarquía. El jefe de
Estado tiene que ser elegido para que hablemos de democracia. No se
puede dar la opción de que el jefe de Estado sea elegido por
nacimiento, eso no es democrático.
Entonces, la república es una
condición indispensable de la democracia, una condición sin la que
no puede darse de ninguna manera una democracia. Ni una democracia,
tal y como la hemos definido ni una verdadera democracia.
¡Viva la República!
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