lunes, 2 de febrero de 2015

Divulgación científica

¿Qué pensais de la divulgación científica? Aparte de cómo deba ser la divulgación, creo que hay disciplinas que deben ser divulgadas, disciplinas que, si no todos, al menos sí los interesados deben tener a su alcance, por muy reducido que sea éste.

Últimamente, o quizás hace más tiempo, las publicaciones de divulgación abundan más que las de la ciencia en sí. ¿Es ésto malo?

Puede serlo. El divulgador debe o bien ser un experto en el tema, de modo que pueda explicar aquello que está dando a conocer, o bien contar con expertos y mantenerse al margen de las teorías, siendo sólo un intermediario entre el experto y el público, sin intentar interpretar, comentar o hablar del tema, pues podría confundir al público o cambiar aspectos de la teoría aunque no sea su intención.

El divulgador que no es un experto debe ser un simple conductor de las palabras de los expertos con quienes cuente y el que es un experto debe saber exponer con claridad la teoría, pues esa es la función principal de la divulgación, acercar la ciencia a un público que no suele ser de estudiosos del tema.

¿Por qué la divulgación y no un escrito científico en sí? ¿Acaso no tiene validez alguna este último tipo de escrito?

Contamos con que el público conoce más bien poco sobre la teoría presentada, o incluso nada. La buena divulgación debería dar la explicación básica que permitiera a todos entender lo que se divulga, y esta parte ser clara y sencilla para que se pueda entender sin necesidad de conocimientos avanzados. Para el público con un nivel básico también le resultará cómodo que no se anden con lenguaje especializado más allá de los términos básicos que toda disciplina necesita. Y el público avanzado podrá conocer una teoría de forma sencilla, de modo que si le interesa ese planteamiento básico podría recurrir a lecturas más avanzadas sobre ella.

El escrito científico, por otra parte, contiene lenguaje más avanzado, explicaciones más concretas y difíciles y puede ser difícil o imposible de comprender para un público que no tenga un nivel adecuado. Además, a diferencia del divulgador, el científico que presenta su teoría no tiene porqué tener las cualidades de explicar de forma clara y sencilla sus argumentos, sólo la de que estos argumentos sean correctos. Pero la dificultad de este tipo de escritos no indica su falta de validez a la hora de publicitar una teoría, al contrario, es muy necesario que se publiciten las teorías de todo tipo, aceptadas por la comunidad científica o que sean investigaciones independientes (y no me refiero a alguien que investiga la ouija, eso es absurdo, me refiero a una teoría seria) porque los expertos también necesitan una divulgación a su medida, es la base de la ciencia moderna, la asociación de científicos y el compartir las teorías para ayudarse unos a otros a seguir su labor.

Hablo de divulgación científica, pero podría hablar de cualquier disciplina. Todas las que intenten acercarse al público en general deben hacer un buen uso de la divulgación y no corromper la teoría, sea porque el divulgador cree que de ese modo incorrecto se hace más fácil de entender o porque el divulgador no tiene el nivel suficiente para hablar de esa teoría. Pero siempre hace falta también una contraparte para especialistas, en la que si la exposición es clara se agradece, pero no es totalmente necesario.


Ya decía Bataille que quizás hay dos tipos de hacer filosofía muy distintos, una para especialistas y otra para todos, sin olvidar la importancia de la primera ni la dificultad de la segunda. Este pensamiento podemos aplicarlo a todas las disciplinas, por un lado está su parte para especialistas que contaría con lenguaje más complejo y argumentos más complicados, si estos aspectos fueran necesarios, y por otro lado la parte pública, con lenguaje sencillo y una claridad dominante en sus explicaciones. La dificultad reside en conseguir exponer una teoría para que sea asequible para todos sin desvirtuar su contenido. De esa parte debe ocuparse el buen divulgador.

lunes, 26 de enero de 2015

La pregunta II: ¿Ciencia y/o filosofía?

Al fin surge la investigación y tras ella la ciencia. No es verdad que la ciencia moderna se encargue de los porqués y nada más. En la ciencia moderna ha habido una ramificación en campos enorme. Hay disciplinas que se encargan de saber qué es una cosa, de la propia existencia o realidad de la cosa en sí, tanto a niveles cuánticos como astronómicos, pasando por todo un complejo de fenómenos a estudiar, desde comportamientos a clasificación. Otras disciplinas se encargan de saber cómo funciona una cosa, desde su composición a la recreación de la misma. Otras se encargan de las finalidades, tanto naturales que tienden a un fin desconocido como invenciones para llegar a ese fin. Otras buscan los porqués, desde el motivo del inicio del mismo universo a la causa que pone en marcha un tren. Y otras más sociales que rastrean los dóndes, los quiénes y los cuándo.

Hay muchísimos campos de estudio y no es raro ver disciplinas que se encarguen de varias preguntas a la vez, de hecho, una rama cualquiera de la ciencia moderna suele abarcar casi siempre el qué y el porqué, aún cuando a veces se obvie el qué y se busque su causa y origen sin más.

¿Y la filosofía? ¿Qué preguntas abarca? Ciencia y filosofía han sido lo mismo durante mucho tiempo, pero la necesidad de repartir las tareas de la investigación ha conllevado no sólo la creación de ciencia moderna por un lado y filosofía por otro sino una cantidad extremadamente grande de disciplinas especializadas en un asunto en concreto.

Muchas han sido las preguntas que la filosofía ha hecho y ha seguido, pero nuestra filosofía actual deja de lado los asuntos que actualmente conciernen a lo que llamamos ciencia, igual que muchas otras tareas. La filosofía actual clasifica su bastísimo campo de investigación de maneras diversas, pero la mayoría de sus preocupaciones encajan bajo aquellas cuatro preguntas que haría Kant. A saber, ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar? ¿Qué es el hombre? Hay quien pondría las tres primeras bajo la última, quien pondría la última bajo la primera y muchos más cambios. También vemos que podríamos encajar todas las disciplinas y preguntas bajo estas cuestiones fundamentales de la filosofía moderna, pero esque la filosofía en general se pregunta por el todo e incluso la nada, no es de extrañar que esta disciplina sea el pilar fundamental de toda otra.

La filosofía no se contenta con admitir que una cosa existe y después investigarla, la investiga aunque primero deba librarse de la idea de su existencia, no se queda satisfecha con un qué y salta a otras preguntas que no se encuentran en ningún otro aspecto de nuestro conocimiento. La filosofía es una pregunta en sí misma, una pregunta consciente, enferma de curiosidad y que es el modo de investigar más elevado y al mismo tiempo la base de todos, incluye a todos los tipos de conocimiento y además es única. Como ya había dicho en otra ocasión, el filósofo es pregunta.

lunes, 19 de enero de 2015

La pregunta I: ¿Evolución y/o desarrollo?

Desde siempre el hombre ha estado preguntando, tal vez no mediante un lenguaje, tal vez empezó sólo internamente, pero se preguntaba, igual que algunos animales también se preguntan. Creo que las preguntas más primitivas y que incluso un animal puede hacerse a sí mismo, aunque no sea consciente de ello, son ¿Qué? Y ¿Cómo?

Me explico. Reduciento todo a simples instintos sin consciencia es fácil imaginar que ante un ruido, un objeto, una luz, o cualquier cosa que puedan percibir, su cerebro siga un razonamiento que podríamos traducir con un ¿Qué ha sido eso? Es vital que conozcan su alrededor para huir de peligros, por ejemplo. Para ello "se preguntan" por la cosa en sí, y esta es la pregunta más básica que cualquier organismo puede hacer, aún no siendo conscientes de ello, como he dicho antes.

La siguiente sigue sin requerir consciencia. Es ¿Cómo? Esta pregunta creo que requiere un nivel de inteligencia y/o libertad de acción más allá de los simples instintos. La preunta se plantea ante un problema cualquiera (conseguir una fruta de un árbol, cruzar un río, asustar a un animal, etc.) y funciona como el medio del cerebro para construir un remedio que permita sortear ese problema. ¿Por qué requiere más inteligencia y/o libertad de acción? Porque no ante todos los problemas se intenta encontrar una solución, el instinto tiene escrito a fuego el modo de proceder ante tal o cual situación y las demás no tienen importancia.

Pero hay animales que construyen remedios para situaciones inesperadas y para las que no están preparados. Todo el mundo ha visto alguna vez a un chimpancé resolver acertijos para conseguir comida o cualquier otro premio. El fin puede estar determinado por sus instintos, pero el modo de proceder tiene la chispa de la originalidad, de la improvisación. Han resuelto problemas para los que no estaban preparados para afrontar, incluso han construido herramientas temporales que cumplan funciones para las que sus cuerpos no están preparados. Han resuelto el cómo, ya no sólo el qué.

Tras estas preguntas que considero las básicas, surgen otras más complejas y que, por lo que llego a saber, sólo se dan en nuestra especie. Todo surge una vez somos conscientes de lo que nos rodea, tras pasar por las dos preguntas básicas no podemos parar, síntoma de la enfermedad del animal que llamamos hombre, la curiosidad. No tardan en salir a flote el tiempo y su ¿Cuándo? ; El individuo y su ¿Quién? ; El lugar y su ¿Dónde? ; Pero sobre todo el inicio y el fin, la causa y el efecto, y sus preguntas ¿Por qué? ¿Para qué?
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