Humanidad, concepto o realidad, pero
existente ahí, reinando sobre lo más y sobre lo menos. Vaga y
confusa lleva en su vientre las delicias más refinadas y a la vez la
más pasional barbarie. Todo lo malo del humano es por ser humano,
todo lo bueno también. La bestia siempre es la excusa del humano,
pero no son dos, sino uno a la vez bestia y la otra parte, juntos
sólo humano.
Hay otra parte que no atribuimos a las
bestias, aunque sí atribuimos la bestia al conjunto. ¿Qué será
esa otra parte? ¿Acaso una singular enfermedad de la bestia o tal
vez locura descontrolada que ahoga y divierte a la bestia? No lo sé,
puede que sea un subproducto de la enfermedad o la locura, puede que
la suma natural, puede que una propiedad emergente. Pero sea lo que
sea, lo somos.
No podemos ya desprendernos de esa cosa
que le es extraña a la naturaleza, tampoco podemos desprendernos de
la otra parte, de la bestia, y tampoco de nuestra humanidad. Quizás
algún día nuestra ciencia alcance la posibilidad de hacernos sólo
bestias, tal vez la de librarnos, o más bien, desprendernos de ella.
¿Seremos entonces humanos? ¿No? ¿Qué, entonces? ¿Sí? Comienza
el juego de los posibles, de la especulación, del soñar y declarar
movimientos de una pieza muy real sobre un tablero pintado en el
aire. ¿Filosofía ficción? ¿Y quién dijo que había que jugar en
el hecho y no en la posibilidad?
Mil preguntas arrojadas como se arroja
a nuestras pequeñas manos un gran cajón lleno de desorden. Que cada
cual coja su trofeo, que cada cual haga su orden, que cada cual sea
cada cual y reflexione hasta conseguirlo.
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