martes, 4 de agosto de 2015

La impotencia de la omnipotencia

Pensemos en la omnipotencia, sí, esa cualidad que te permitiría, de existir, poderlo todo. Este poder todo, como cualquier cosa planteada como "absoluto" tiene la cualidad de plantearse como paradójico.

La paradoja de la omnipotencia sería la de poder algo que un ser omnipotente no pudiese, o crear un límite a su propio poder, despojando así este límite la omnipotencia al ser omnipotente. Como alternativa, no poder esas cosas que la omnipotencia no pudiera, haciendo de nuevo que no hubiera omnipotencia.

Sin embargo, aquí veo yo un problema de formulación. Hablamos de poder y no poder, pero tenemos que plantear primero qué es lo posible, porque la omnipotencia no podría todo realmente, sólo lo posible. No sirve poder hacer posible lo imposible, porque no es posible y por tanto no rompe la omnipotencia. Entendida así, la omnipotencia es posible

Entonces, dada así la omnipotencia no se puede decir que un ser omnipotente no podría, usando el ejemplo clásico, crear una piedra tan pesada que ni él pudiera levantar, pues si no la levanta no es omnipotente y si no la crea tampoco.

¡Oh, qué pena! Parece que escucho el relamerse los labios de algunos traidores a la humanidad. Pero quienes sean mis aliados, que no desesperen, pues ahora viene lo mejor. Y es que si aceptamos la omnipotencia como decimos, única manera de salvarla, también implica aceptar que esa omnipotencia obedece a lo posible, a unas leyes ya dadas. Así que no puede haber omnipotencia en un ser que no obedezca una regulación. No puede haber lo que llamamos dios entendido como un ser que no obedece norma alguna, pues la omnipotencia te hace inexistente o esclavo de normas más allá de tu alcance.

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